No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo. El cuerpo es un límite. El que busca su libertad en un cuerpo la busca donde ésta no se puede hallar. La mente puede ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está dentro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su presencia. Si esto fuese cierto, la mente sería en verdad vulnerable.
La mente que está al servicio del Espíritu Santo es ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende las leyes del tiempo y del espacio.
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(199) No soy un cuerpo. Soy libre
UN CURSO DE MILAGROS